Si no estás dispuesto a poseer una acción durante diez años, ni siquiera pienses en tenerla durante diez minutos.
Esa sola frase, pronunciada por Warren Buffett, resume una mentalidad que no solo resistió las mareas del pánico económico, sino que también redefinió la manera en que el mundo piensa sobre la riqueza, la paciencia y el valor a largo plazo. Durante más de seis décadas, Buffett no solo fue testigo de la historia del mercado: la creó. Desde la estanflación de los años 70 hasta el caos del mercado post-COVID, Buffett se mantuvo como una presencia serena y calculadora. ¿Su secreto? Disciplina.
Navegando la inflación y la estanflación
Los años 70 fueron una pesadilla para muchos inversores. La inflación alcanzó los dos dígitos, las crisis del petróleo sacudieron las economías globales y las acciones tradicionales tambalearon. Pero Warren Buffett no intentaba adivinar cuándo terminaría la tormenta: buscaba empresas capaces de resistirla. Prefería negocios con poder de fijación de precios, aquellos que podían subir sus precios sin perder clientes. Una de sus adquisiciones icónicas en esa época fue See’s Candies, una marca regional de chocolates de baja tecnología que le enseñó a Buffett el valor de la lealtad del consumidor. Fue en esta década cuando empezó a inclinarse no solo por acciones baratas, sino por grandes negocios a precios razonables.
Rechazando seguir la euforia
A finales de los años 90, Buffett fue duramente criticado. Internet explotaba, las OPIs tecnológicas duplicaban su valor en días. Los inversores se burlaban de Buffett por evitar cualquier cosa que terminara en ".com". Pero él se mantuvo al margen —no porque despreciara la tecnología, sino porque no comprendía suficientemente bien sus modelos de negocio como para confiar en ellos. Los críticos lo llamaban anticuado. Sin embargo, cuando la burbuja estalló en el año 2000 y desaparecieron billones en valor de mercado, la prudencia de Buffett se convirtió en una lección. Había elegido la claridad sobre la exageración, reafirmando su filosofía del “círculo de competencia”: conocer lo que entiendes y no salir de ahí.
Comprando cuando otros entraban en pánico
Pocos momentos en la historia moderna se comparan con el temor que provocó el colapso de 2008. Los grandes bancos quebraban. El crédito se había congelado. Los inversores huían. Pero no Buffett. Escribió un artículo titulado “Compre americano. Yo lo estoy haciendo.” e invirtió miles de millones en empresas como Goldman Sachs y General Electric cuando nadie más se atrevía. Estas no fueron solo jugadas financieras, sino simbólicas. Buffett actuó como estabilizador en una época en que la confianza se había evaporado. No fue imprudente: exigió condiciones favorables. Pero, sobre todo, demostró que el coraje y el capital durante una crisis pueden generar riqueza generacional.
Valores antiguos en un mundo nuevo
En 2020, mientras el mundo se paralizaba, el mercado se desplomaba. Luego se disparó nuevamente, impulsado por estímulos, aplicaciones de inversión minorista y la viralización en redes sociales. Las acciones meme se disparaban. Las criptomonedas se volvieron populares. ¿Y Buffett? Se mantuvo cauteloso. Vendió sus acciones de aerolíneas temprano, dudando de su recuperación. Pero aumentó sus inversiones en Apple y en energía. La locura lo ignoró —otra vez. A diferencia de muchos que salieron quemados por seguir modas, el camino lento pero firme de Buffett siguió superando. No ridiculizó las nuevas herramientas ni a la nueva generación —simplemente se aferró a lo que sabía que funcionaba.
El rendimiento de Berkshire Hathaway
Lo que distingue a Buffett no es solo que superó al mercado —sino que lo hizo de manera constante, durante décadas. En 1965, asumió el control de Berkshire Hathaway, entonces una empresa textil en declive. Una sola acción clase A costaba apenas $19. Para 2025, esa misma acción supera los $803,000. Los números son casi difíciles de creer: una tasa de retorno compuesta anual de aproximadamente 20.1% durante 60 años. Eso es casi el doble del promedio de alrededor del 10.5% del S&P 500.
Desde 1964, Berkshire Hathaway ha generado un rendimiento de más del 5,500,000% —convirtiendo una inversión de $10,000 en $550 millones. El S&P 500, en comparación, rindió cerca del 39,000% en el mismo período, elevando esa misma inversión a $3.91 millones. Buffett no solo venció al mercado —lo superó más de 140 veces.
El valor de mercado de Berkshire ha pasado de unos $20 millones a más de $1.1 billones. Ese crecimiento no se logró con deuda ni con apuestas tecnológicas arriesgadas. Se construyó sobre décadas de asignación disciplinada, paciencia y una negativa a dejarse llevar por la emoción del mercado. Buffett no siguió olas —construyó barcos que podían flotar en cualquier tormenta.
En un mundo donde la atención se desvanece y las modas financieras van y vienen, el legado de Warren Buffett perdura porque está cimentado en algo atemporal: la racionalidad. No prometía milagros —solo insistía en entender lo que compraba, pagar un precio razonable y mantener el rumbo. Esa disciplina, ejercida durante sesenta años, convirtió a un hombre de Omaha en el inversor más admirado que el mundo haya conocido.
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